sábado, junio 17, 2006

los leteos...

Bruno Marcos
Estábamos pendientes, el poeta y yo, de que no se descargara el cielo tormentoso sobre nosotros migrando de una mesa a otra de la terraza y a punto de concluir la conversación con que preferíamos que la poesía permaneciese en las catacumbas cuando, de pronto, se nos apareció un leteo. Con profusión de besos y derramamiento de una de las bebidas se instaló junto a nosotros. El poeta me presentó como Bruno, poeta también, escritor y artista... y el joven se volvió a mí preguntando: “¿No serás Bruno Marcos Carcedo?”. A lo que, como es lógico, contesté que sí pues ese soy. Añadió que había leído una obra mía Libro de las enumeraciones y que lo tenía en su casa y que le había gustado mucho y que le placía poder encontrarse a los escritores por la calle. Acto seguido comenzó a enumerar su agenda de bohemio, es decir, que en ese momento estaba trabajando de canguro, que mañana pintaría las paredes de un piso y que también estaba con unas ilustraciones, en fin nada fijo, una delicia de improvisación. Cada poco aparecía un amigo suyo, cuya irrupción –debe ser costumbre entre los ángeles- le obligaba a levantarse y a fundirse en un abrazo que duraba un silencio largo y que más que un hasta luego o hasta mañana, parecía un hasta nunca, un pésame. También, de vez en cuando, nos dejaba y se iba a casa para bajarnos unos libros, entonces mi amigo poeta me explicaba, como si fuera necesario aclararlo, que estos leteos son así, un poco naïfs, y yo sonriendo, como diciendo que no me parecía mal, añadía que debían ser nuestros bohemios locales actuales y que estaba bien que hubiera hoy en día, en este mundo tan mercantilista, chicos así. Claro que el poeta -al verme- no debe imaginarse las bohemias mucho peores que yo he visto y padecido.
Le preguntamos si hacía algo creativo y dijo que estaba pintando cuatro murales a la vez y uno de ellos en el ccan. “Pues igual estás tapando uno que hice yo”. Dije con toda seriedad pero se desataron risas. En eso aterrizó el sputnik en el velador contiguo. Me levanté a saludarle y me contó que ayer había estado Melón a verle. Le pregunté si le había comentado que le enviaba yo y asintió con la cabeza. Dice que va a tenerle en cuenta y que no le conocía aunque le sonaba algo de lo de la subasta de su semen. Yo enfaticé su fuerza creativa aunque filtré una duda sobre la materialización de la misma en obra, asunto arduo que sólo al propio Melón le tocará dilucidar.
Nos despedimos del bohemio no sin antes advertirle de que no se equivocase al pintar con brocha gorda lo de fina y viceversa debido a lo muy nómadas de sus tareas, envidiables para nosotros, tristes funcionarios de carrera, confesos refugiados en el gracejo de nuestros alumnos menos aventajados. Comentó él que no creía que se acostase pronto esa noche pues, aunque no tenían tele, hacían una especie de cuentacuentos y marionetas para ellos mismos, allí en su piso.
Varios signos me hicieron creer que este leteo alado era uno del que me había hablado el de r. quién, al día siguiente, me lo negó, quién sabe si como Pedro. Lo cierto es que le quitó la exclusividad de ser mi único lector espontáneo así encontrado por azar, aunque, bueno el de r. siempre será el primero.
Ya en la encrucijada de nuestros caminos me explicó el buen poeta que es que los leteos, esos querubines seráficos, brotan en nuestra ciudad como faunos preciosos y que ya han tenido varias generaciones en tan pocos años con semejantes posiciones espirituales, todas ellas confluentes a algo parecido a lo que se nos apareció como un regalo.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¡Cuánto desearía leer los poemas de ese sabio! El que te acompañaba en la tarde del encuentro con la reencarnación arquetípica del bohemio naïf. La misma tarde y el mismo instante en que interfirió tu amado sputnik. ¿Acaso salió de la lucidez del poeta este prodigio?

Vienen a mí los ciervos de la noche
Desde los bosques de tu corazón

Sin lugar a dudas el único personaje digno de fascinación en el brunario de hoy es el poeta. Dedícale otro día querido cuervo.

junio 19, 2006 5:28 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ese bohemio del que hablas en tu blog ya no pertenece al Club Leteo, aunque va por ahí diciendo lo contrario.

junio 19, 2006 7:36 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No creo,tras lo visto, que se pueda dejar de ser así, de la mañana a la noche, un leteo, creo que eso, una vez sido, se debe ser para siempre, por más que la ortodoxia te excomulgue, pobre leteo alado...

junio 20, 2006 12:30 a. m.  

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